sábado, 26 de abril de 2014

Para cuando sepas algo de mí.





Si sabes algo de mí, no le expliques a nadie lo que fuimos, lo que yo fui para ti y tú para mí, ni qué hubiéramos sido. La primera razón es que nadie te creería y pensaría que exageras porque nada ni nadie podría haber sido tan verdad ni tan cierto. Evita que se rían y te den ánimos para seguir, pues es la única manera que tienen los amigos de hacernos olvidar. O lo intentan, al menos.



Si tienes noticias mías, no digas nada y sonríe, no preguntes qué tal ni si estoy bien ni mal. La gente ya te lo hará saber, y además, con detalles. Sin quererlo, irán naufragando restos de mí contra la orilla de tu nueva vida y algunos recuerdos quedaran varados en la playa donde nunca más volverá a salir el sol. Si me ha ido bien, no tardarás mucho en saberlo tampoco, lo único que harán todos será ensombrecer tu alegría echando mis éxitos como alcohol en alguna herida que te haya quedado mía. Qué sabrá la gente de tu alegría... Yo, que la tuve en mis manos y que la pude acariciar como quien acaricia la felicidad y la calma a tu lado.


Igualmente, nadie sabrá lo que sentirás ni pensarás el día que sepas de mí porque nadie puede, ni debe saberlo. Quizá solo sentirás un resquicio de dolor por esa ecuación que creíamos resuelta pero siendo incapaces de despejarla hasta el final. Puede que sientas el malestar de alguna pregunta por no haber cerrado el signo de interrogación que quedó pendiente y puede también que sientas un qué hubiera pasado si... Sobre todo, sé seguro que sentirás cómo algo entre tú y yo siguió creciendo hasta cuando nos separamos, algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos.


Eso sí, intenta no dar un frío portazo a mis recuerdos. Piensa al menos que llevarán días, meses e incluso años vagando por ahí, quizá abrazados a alguna excusa para poder manifestarse. Son aquellos recuerdos que fabricamos tú y yo, con las mismas manos y sentimientos con los que construimos sobre los cimientos de un bonito pasado un futuro idóneo que jamás fue. Hablo también en nombre de esas anécdotas sin sentido que solo nos hacían gracia a ti y a mí, y que fueron escritas en una lengua muerta de un par de paladares exquisitos como los nuestros.






Si sabes algo de mí, eso significará muchas cosas, entre ellas, que por mucho que lo intenté, no fui capaz de irme tan lejos de ti como quería. Otra, que por mucho que lo desearas, tú tampoco pudiste evitar quedarte tan cerca de donde una vez fuimos felices y, por otro lado, que tu mundo y el mío siguen con un pronóstico estable dentro de la gravedad que nos envuelve, muy a pesar de no compartir el mismo techo.


A partir de ahora, no te preocupes, yo estaré bien. Me conformo con que algún día tengas noticias de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría y me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y pasar por tus labios, esos que ahora abres ante cualquiera que pregunte algo sobre mí. Por eso, cuando mi nombre o mis recuerdos aparezcan, hazle ver al mundo que eres tan feliz que ni el más mínimo recuerdo a mi lado es capaz de moverte y traerte hacia mí.


Desgraciadamente, a estas conclusiones solo llegas cuando el destino te hace sombra.




50. Su recuerdo y la imposibilidad de darle otro sentido más que el que tuvo entre tú y yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escriu-me ací:

Entrades més vistes

Seguidors

Wikipedia

Resultados de la búsqueda